Comunismo: ¿Un único rostro o múltiples realidades? Una comparación entre Cuba y Vietnam

Desde Mis Ojos

Stanley Kendra

12/22/20243 min read

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Comunismo: ¿Un único rostro o múltiples realidades? Una comparación entre Cuba y Vietnam

Desde Hanói, Vietnam, escribo estas palabras con una mezcla de asombro y reflexión. He tenido la oportunidad de visitar dos países que comparten la misma etiqueta ideológica: Cuba y Vietnam, ambos regidos por gobiernos comunistas. Sin embargo, las realidades que he presenciado no podrían ser más contrastantes. Mientras que el discurso popular, especialmente en América Latina y Estados Unidos, asocia el comunismo con pobreza y fracaso, Vietnam desafía esta narrativa con un modelo que combina desarrollo económico, pragmatismo y modernidad.

El caso cubano: un gobierno recalcitrante y una economía paralizada

Cuba es, para muchos, el ejemplo más visible del comunismo en América Latina. El discurso oficial del gobierno cubano, recalcitrante en su postura ideológica, atribuye gran parte de los problemas económicos de la isla al embargo impuesto por Estados Unidos desde 1960. Sin embargo, es importante aclarar que este embargo solo limita el acceso a bienes, tecnología y financiamiento procedentes de Estados Unidos, y no impide que Cuba comercie con los más de 200 países del mundo.

A pesar de tener acceso a mercados internacionales, el modelo económico cubano, centralizado y rígido, ha demostrado ser incapaz de generar crecimiento sostenible. El gobierno ha apostado durante décadas por un sistema nefasto que obstaculiza la iniciativa privada, sofoca la innovación y perpetúa la dependencia de fuentes externas de ingreso, como las remesas enviadas por la diáspora cubana, principalmente desde Estados Unidos.

Actualmente, más de 30 vuelos diarios conectan a Estados Unidos con Cuba, y las remesas representan una fuente crucial de ingresos para las familias cubanas. Sin embargo, estas conexiones no logran compensar la falta de productividad y dinamismo de un modelo que parece atrapado en el pasado. Mientras otros países en desarrollo han avanzado hacia economías mixtas o abiertas, el gobierno cubano se aferra a un socialismo dogmático que ha dejado a la isla estancada y empobrecida.

Vietnam: un modelo pragmático y moderno

En Vietnam, el contraste no podría ser más evidente. Este país, que también sufrió un embargo estadounidense y enfrentó una devastadora guerra, implementó en la década de 1980 reformas económicas conocidas como Đổi Mới (Renovación). Estas medidas impulsaron la apertura al libre mercado, fomentaron la inversión extranjera y promovieron el comercio global, transformando a Vietnam en uno de los países de más rápido crecimiento en el mundo.

Hoy, Vietnam cuenta con cinco aerolíneas nacionales, entre ellas Vietnam Airlines, VietJet y Bamboo Airways, que conectan al país con el mundo. Esto contrasta con Cuba, que tiene solo una aerolínea estatal, Cubana de Aviación, cuyo deterioro refleja las limitaciones del sistema cubano.

Además, Vietnam ha dado pasos significativos hacia la industrialización y la innovación tecnológica. La empresa vietnamita VinFast produce vehículos eléctricos de calidad comparable a Tesla y ya exporta a Europa y Estados Unidos. Este logro no solo refleja la modernización de su economía, sino también su capacidad para competir en sectores de alta tecnología, algo que sería inimaginable bajo el modelo cubano.

Comunismo en dos velocidades: el peso de las decisiones políticas

La comparación entre Cuba y Vietnam plantea preguntas fundamentales: ¿Es el comunismo en sí mismo el problema, o es la manera en que se implementa lo que determina su éxito o fracaso? Mientras Vietnam ha optado por un enfoque pragmático que prioriza los resultados económicos, el gobierno cubano sigue atrapado en un socialismo recalcitrante que privilegia la ideología sobre el bienestar de su población.

El modelo vietnamita muestra cómo un sistema comunista puede adaptarse a las exigencias de un mundo globalizado, promoviendo la apertura económica sin abandonar por completo el control político. Por el contrario, el gobierno cubano se ha negado a implementar reformas significativas, perpetuando así un sistema nefasto que ha condenado al país al estancamiento.

El problema de Cuba no es el comunismo: el problema de Cuba son los cubanos

Al observar estas dos realidades, se hace evidente que el comunismo, como ideología, no es intrínsecamente sinónimo de fracaso. Vietnam ha demostrado que un sistema político comunista puede adaptarse y prosperar cuando sus líderes adoptan un enfoque pragmático, flexible y orientado al progreso.

Por el contrario, el caso de Cuba resalta que su problema no es el comunismo en sí, sino la falta de voluntad política para cambiar. La necedad de su gobierno recalcitrante, su incapacidad para modernizarse y la continua dependencia de excusas externas como el embargo han creado una situación de estancamiento.

Desde esta perspectiva, mi conclusión es clara: el problema de Cuba no es el comunismo. El problema de Cuba son los cubanos, especialmente aquellos que, en posiciones de poder, se aferran a un sistema que ya no funciona y se niegan a aprender de las lecciones de países como Vietnam. Solo cuando los cubanos enfrenten esta realidad podrán aspirar a un futuro mejor.

Stanley Kendra

Hanoi, Vietnam

Diciembre 10, 2024